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Escritos > República y guerra (1932-1939)

1933 - Luis Garay

Luis es un nombre amarillo. Luis Garay, él, su cara, su cabeza toda es un limón.
No sé cuándo le conocí; he crecido a su lado y no me detenía nunca a mirarle. Lo admitía con esa ausencia de sorpresa que tienen los niños para las cosas del mundo, árboles, aeroplanos, casas. Hoy, yo ausente, teniendo que recordar, lo veo en ese sol leve del pasado haciendo rabiar a don Antonio Meseguer con una perspectiva lineal absurda o amenazando al casero -calle de Santa Gertrudis, solterón, sucio al que oíamos hacerse sus sopitas rodeado de cromos y calendarios- con ahorcarle el gato si mandaba el recibo. [...]

 

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1934 - Picasso, trébol de cuatro hojas

¿Recuerdan ustedes a Picasso? Sí, sí, naturalmente. Está fijo ya, nada puede moverlo, no ha caído, sino que su “entonces” se ha quedado inmóvil, roca para siempre, muerto. Muerto es como tenía que pasar a la historia definitiva. Hoy todo el mundo conoce su muerte (menos esos que son, ¡ay!, tan
numerosos); pero decir aquí muerto no es decir derrumbado y sin trono; digo muerto para juntar acabado, final, límite y llegada en las menos letras posibles. [...]

 

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1935 - Luis Cernuda

Conocí a Cernuda en un jardín. Paseaba, marchaba solo, pero iba con ese aire del que lleva a su lado unos galgos decorativos. Comprendí ya entonces que una sombra le acompañaba a todas partes, un perro inseparable y misterioso, su vida misma quizá, el boceto de una vida no vivida. [...]

 

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1937 - Carta a un Juan (Cartas bajo un mismo techo)

Esta mañana, Juan, viendo todavía en los muros carteles anunciadores de una conferencia ya pronunciada y que no pude oír: “Arte necesario y arte innecesario”, y atando este extraño título con el de otra conferencia reciente sobre el tema “El arte como herramienta de lucha”, no he podido menos de escribirte esta carta, en la que quiero recoger algo que no es de ningún modo contestación a esos dos títulos estrambóticos, sino lo que ellos han hecho saltar en mí que yo ya encerraba desde mucho. Escribo, anoto, porque hablar me parece de tal forma vivir simplemente, que la viva voz no me puede satisfacer en momentos de tantísimos deberes. Las ideas, aunque nada más sean nubes imprecisas, íntimamente pueden bastarnos con su sola llegada. [...]

 

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1937 - Representación de Mariana Pineda

Con motivo del II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, el poeta Manuel Altolaguirre puso sobre las tablas del Teatro Principal de Valencia, la primeriza obra de Federico.
Una de las cosas que quiero señalar más fuertemente, es que nunca se ha manejado el nombre de Federico García Lorca con más derechos y con más motivos que esta vez. Homenaje total al riente poeta perdido, ya que no sólo era exterior, sino que también andaba, vivía el homenaje en lo más dentro, en lo más oculto y diminuto. [...]

 

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1938 - Hermosura en la guerra
 

Primavera, verdeces
poderosa y suave
y el espacio se llena
de presencias que abren.
[...]

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